BOQUIABIERTO y ojiplático, es decir, con la boca abierta y los ojos como platos, ha quedado el patio de butacas. Absorto tras la última prestidigitación, por aquí una dimisión, por aquí no, y el yo sigo, como Joe Rigoli, de Pedro el nigromante, que se hizo desaparecer a sí mismo, tal que Houdini, pero más tiempo, cinco días, antes de reaparecer de la nada, como si nada y para nada. Y la plebe ¡oooooohhhh!, enajenada, perpleja, atónita, pasmada como aquel rey, no acierta a desentrañar la artimaña, ese truco sin trato. Así que sí, la política estatal continúa degenerada, ¿quién la regenerará? El regenerador que la regenere...