El objetivo es que ningún plato de comida se desperdicie y, en ese propósito, Portugalete ha dado un importante paso adelante con la puesta en marcha el pasado mes de diciembre del proyecto Rexcatering, una iniciativa por la que los excedentes de comida generados por los comedores escolares de los centros educativos de la noble villa van a parar a cuatro máquinas expendedoras –ubicadas en Los Llanos, Abatxolo, Zubi Alde y San Roque– de las que se pueden extraer de forma gratuita. La experiencia ha dado muchos frutos, ya que se han despachado más de 5.400 raciones de comida, lo que ha supuesto un ahorro para la ciudadanía jarrillera de unos 20.000 euros. ç

“La iniciativa ha tenido una gran acogida y en los primeros cuatro meses hemos logrado que se volviesen a poner en circulación más de 5.000 raciones de comida”, informó Iker Villalba, edil de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Portugalete.

En estos meses, las máquinas expendedoras han estado en servicio durante 65 días, lo que quiere decir que, de media, cada día se han repartido más de 83 raciones de comida. “El tiempo medio de recogida de la comida por parte de la ciudadanía en cuanto se llenan las máquinas expendedoras es muy corto. Mucha gente espera a que se ponga esa comida para poder retirarla”, precisó Villalba.

Las cifras indican que el consumo en estas máquinas expendedoras es cada vez mayor. Así las cosas, en el mes inaugural de este proyecto, se repartieron 945 raciones de comida, aunque hay que destacar que por aquel entonces sólo estaban activas tres de las cuatro máquinas expendedoras. Por su parte, en el segundo mes, ya con las cuatro máquinas en marcha, se repartieron un total de 1.435 raciones de comida en 18 días de funcionamiento, mientras que en el tercer mes de la experiencia, el número de raciones expedidas fue de 1.487.

Por último, en este pasado mes y a falta de cerrar la recopilación de datos, el número de raciones repartidas en el marco del programa Rexcatering fue de, al menos, 1.593 raciones, lo que indica que el crecimiento es, de momento, paulatino y sostenido. “Toda esta comida hubiera acabado en un contenedor de basura y hubiera generado un desperdicio siendo una comida totalmente utilizable”, reconoció el edil.

Todo ello no se traduce sólo en un ahorro de alimentos, sino que también se refleja en la reducción del consumo de 214 litros de combustible y en un ahorro de agua de cerca de 50.000 litros en estos cuatro meses. A todo ello, hay que sumarle el impacto pedagógico que tiene esta iniciativa, ya que es el resorte para que las ciudadanía y, en especial, los escolares de la villa activen el chip de que no se pueden desperdiciar alimentos si queremos ser una sociedad mucho más sostenible.