Todos los años la Asociación de los Amigos de los Caminos de Santiago de Bizkaia completa dos etapas que discurren por Bilbao, Alonsotegi, Güeñes, Zalla y Balmaseda rumbo a Nava de Ordunte para actualizar y repintar señales y flechas amarillas. Orientan cada vez a mayor número de peregrinos que recorren esta ruta jacobea que se prolonga hasta Villafranca del Bierzo en 21 días para entroncar allí con el Camino Francés. Este año han cumplido el ritual con un libro debajo del brazo. Quien fuera presidente, Adolfo Diego de Miguel se ha inspirado en este llamado Itinerario Ovidado para una novela histórica.

El camino de las estrellas “parte de unos documentos del siglo IX y tomando como referencia personajes reales se construye una historia con relaciones personales que refleja la sociedad del reino de Asturias y su capital, Oviedo, cuando se descubren de forma oficial e identifican los restos del apóstol Santiago en Galicia”. Se asume que el rey Alfonso II y el emperador Ludovico, hijo de Carlomagno, “fueron los primeros peregrinos importantes”. El libro relata su itinerario desde la ciudad alemana de Aquisgrán hasta Compostela “por todas las etapas que siguieron guiados por las estrellas”. 

Dejaron sus dedicatorias en el libro de firmas de la ermita E. Castresana

Hay que buscar el origen del Camino de Santiago “en Oviedo” fruto “del trabajo conjunto de astures y francos, únicos valedores de la cruz del cristianismo, que estos últimos insertaron en el reverso de sus monedas”. Esa ruta “existía aparentemente 200 años antes de que Sancho Garcés III de Pamplona, yerno del conde Don Sancho de Castilla, lo desviase por Irún haciéndolo pasar por el túnel de San Adrián y después por el valle del Baztan a Iruñea para venir por Nájera, donde se establecía la corte porque realmente nace en Irún y no en Bilbao, pero hemos dejado que hasta Bilbao coincida con el Camino de la Costa”. Desde ahí, el Itinerario Olvidado o de la Montaña “continuó por Liébana y Cangas de Onís a Oviedo y por la rama del Primitivo a Compostela”.

Cumpliendo con la tradición de arrojar sal en Zarikete E. Castresana

Después el circuito Francés alcanzó la hegemonía. Los cluniacenses “instituyeron el Camino de Santiago con ese nombre y llamaron así de cuanto de Iruñea a Santiago corre”. Realmente, el Camino Francés fue un invento. En cambio, “los peregrinos se desplazaron por las montañas de forma espontánea como una ruta antiislam”. 

Bilbao o Bello vado

La zona vizcaina de El Camino Olvidado aparece en la trama. Por ejemplo, “no hubo forma de saber cómo se llamaba Bilbao en el siglo IX”. Consultaron en “Diputación, Ayuntamiento, turismo… nada”, así que se le ocurrió “bello vado”. La historia también transcurre en Balmaseda, Cadagua, Nava de Ordunte o Espinosa de los Monteros, rebautizada como Valdespina. Aparentemente, en épocas convulsas los peregrinos “circulaban en grupos grandes por seguridad y suponemos que para orientarse utilizaban las estrellas en la dirección de la puesta de sol”. 

Estudioso de los circuitos jacobeos que recorre desde 1993 e impulsor del Camino Olvidado, también llamado Viejo Camino o de la Montaña que sitúa en la raíz de las peregrinaciones para venerar a Santiago apóstol, Adolfo Diego de Miguel ha invertido “casi una década” en el proceso de escritura y correcciones con Antonio Hernández, licenciado en Geografía e Historia y especialista en historia medieval. 

A lo largo de los siglos, a menudo, el Camino de Santiago ha rozado la desaparición “y casi llegó a estar prohibido”, en contraste con su actual edad de oro. Esta bonanza puede responder a “las ganas de conocer y conocernos a nosotros mismos, someter al cuerpo a un desafío, cuestiones espirituales y religiosas…”, apunta. “Canarias, Estados Unidos, Países Bajos o Australia” marcan la procedencia de muchas personas interesadas en sumergirse en la ruta que se han alojado en el albergue que regenta desde hace ocho años en Nava de Ordunte.

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Un cuadro que se custodia en la ermita. E. Castresana

Adolfo y sus compañeros asiduos a perderse por los caminos jacobeos de la península Ibérica en cuanto les surge la ocasión creen que Enkarterri y alrededores necesitan más albergues. Después de buscar durante años en Güeñes, fin de etapa, ha fructificado otra iniciativa en Zalla. Allí realizaron un parón en su recorrido poniendo al día las señales para visitar San Pedro Zarikete de la mano del arquitecto Patxi García de la Torre. El espíritu de la tradición de desembrujarse conquistó a peregrinos que no dudaron en cumplir con la costumbre de rodear la ermita tirando sal a sus espaldas.