A lo largo de 2023, Red Bull solo cedió una victoria. En las seis carreras transcurridas este año ha dejado de ganar con Max Verstappen en dos ocasiones, la última en el Gran Premio de Miami, dato que alimenta la sospecha de que el equipo austríaco ha perdido potencial. Pero, ¿cuánto de cierto tiene esa aparente vulnerabilidad?

En Australia, Carlos Sainz privó a Red Bull del triunfo por primera vez en 2024. Max Verstappen rodaba en cabeza cuando dos años después sufrió un problema mecánico que le dejó sin victoria. El tormento de la fiabilidad acechaba a la escudería, que rápido se sacudió los males con dos victorias consecutivas del tricampeón.

En Miami, sexta cita, el monoplaza campeón volvió a ser batido, en esta ocasión y por primera vez esta temporada superado por ritmo. Aunque no se puede obviar la inestimable colaboración de un coche de seguridad que favoreció a Lando Norris. El británico se benefició de la situación de carrera, pero cierto es que fue capaz tras el relanzamiento de la prueba de sacar de la zona de DRS a Verstappen en solo una vuelta y terminó con 7,6 segundos de ventaja.

Además, antes de la aparición del safety car Verstappen solo fue capaz de sacar 3 segundos de ventaja sobre Oscar Piastri, segundo clasificado entonces, en 25 vueltas. Una diferencia escasa en los últimos tiempos. Esta estrechez pudo generar estrés en Verstappen, que presionado se comió un bolardo. Un error inusual que fue un signo de debilidad. Si bien, Christian Horner, jefe del equipo, confesó que este incidente sería determinante para comprender la superioridad de Norris sobre Verstappen en el segundo tramo de la carrera. El neerlandés dañó la parte inferior del coche, lo que le hizo perder dos décimas y media por vuelta. Esta revelación es un argumento de peso para rebajar la posible euforia de la competencia. Verstappen sufrió problemas técnicos, aunque esta vez ocasionados por su fallo.

El segundo puesto de Mad Max es un resultado “bastante decente”, consideró Horner. Al fin y al cabo, Verstappen fue el piloto que más puntos sumó a lo largo del fin de semana, 26 por los 25 de Norris, gracias a su victoria en el esprint. Es decir, pese a todo fue una cita productiva de cara al campeonato. Pero echando un vistazo al G. P. de Miami del año pasado, Red Bull firmó un doblete con Verstappen y Sergio Pérez, y el primer coche no Red Bull fue el Aston Martin de Fernando Alonso, a 26 segundos del ganador. Norris fue 17º con su McLaren, a 81 de Verstappen. Según se mire, el vaso está medio lleno o medio vacío.

Pero cabe recordar que en 2022, año del nacimiento de una nueva reglamentación que muchos sostienen que ha significado el mayor cambio de la historia y que coincide con la apertura de una época de dominación abrumadora de Red Bull, el equipo también cedió dos victorias en las seis primeras carreras para terminar el Mundial con una superioridad aplastante. La formación austríaca sumaba entonces dos dobletes, cuando ahora posee tres. 2023 sí es cierto que elevó el listón; a estas alturas Red Bull gozaba de cuatro dobletes y seis triunfos –cuatro de Verstappen y dos de Pérez–. En cualquier caso, los números de 2024 no son radicalmente inferiores y superan los de 2022.

A nivel de poles, Red Bull sumaba dos en 2022, cinco en 2023 y actualmente goza de un pleno de seis. Si se atiende a los detalles Red Bull no parece lejos de su mejor versión pese a que Miami haya abierto el debate.

Por otro lado, el clima que rodea al equipo no es el más saludable. La acusación vertida contra Horner por un “comportamiento inapropiado” ejercido sobre una empleada, que trascendió el pasado febrero, desencadenó una investigación interna cuyo resultado fue la absolución del director y consejero delegado de Red Bull. Si bien, el episodio hizo saltar a la luz las luchas internas existentes desde que el fallecimiento del propietario Diestrich Mateschitz dejara un vacío de poder. “El equipo corre riesgo de desintegrarse, Horner debe marcharse. Va a explotar. Él (Horner) juega a ser la víctima cuando es él quién está en la raíz de los problemas”, criticó Jos Verstappen, padre de Max.

Esas virulentas palabras exponían la guerra abierta contra Horner, que permanece en pie. Fruto de ello brotaron rumores sobre la posible marcha de Max Verstappen a final de año pese a que posee contrato hasta 2028, aunque con una cláusula que le permite salir en caso de que lo haga Helmut Marko, asesor de la escudería y otro de los pesos pesados, pero que vive en el ojo del huracán.

Marko era la mano derecha de Mateschitz, mientras que Horner es el protegido de Chalerm Yoovidhya, dueño del 51% del equipo y descendiente del creador de la bebida energética, a diferencia del 49% que poseía Mateschitz. “Las cosas tienen que volver a calmarse”, aconsejó el CEO de Red Bull, Oliver Mintzlaff, confirmando así la atmósfera pese al escaso o nulo reflejo en pista.

Y en este turbulento ambiente, Adrian Newey, gurú aerodinámico considerado el gran artífice de los éxitos de Red Bull, anunció que abandonará en 2025. Negó que se deba a cualquier lucha. Ahora suenan otras posibles salidas, como la del director deportivo Jonathan Wheatley.

Red Bull busca sostener el imperio con la renovación de contrato del personal técnico para garantizar la continuidad del proyecto campeón. Queda ver cómo se desarrollan las carreras para seguir evaluando si las guerras internas tienen impacto sobre los resultados deportivos, que por ahora no parecen muy distintos a los de los gloriosos años predecesores, y se trata del principio de la caída de Red Bull, o si lo de Miami fue un espejismo.