Eder Aurre sigue dando pasos hacia delante y en estos momentos atraviesa una dulce etapa recién instalado en su nuevo atelier, a escasos metros del Puente Colgante, en Portugalete. Desde allí da rienda suelta a maravillosos vestidos y trajes de novia e invitada con los que hace las delicias de las protagonistas de esas fechas especiales que quedan en la memoria para siempre.

La ilusión sigue fuertemente arraigada en este joven jarrillero que no deja de inspirarse en la mujer sofisticada y elegante para crear sus exquisitos looks.

Estrena nuevo atelier, ¿cambio de etapa? 

-Para mí es como si fuese una nueva temporada, porque ha coincidido la nueva temporada con la inauguración de este nuevo atelier. Era un paso que tenía que dar porque al final ya el volumen de trabajo que tenía era muy grande. Además, el material con el que trabajamos es muy voluminoso, tanto en corte en parte de taller, como en pruebas, entonces sí o sí necesitábamos más espacio.

¿Y también nueva imagen?

-Sí. Como persona necesitas crecer para no quedarte estancado. Entonces, bueno, pues estoy con la nueva temporada, con nuevas instalaciones y con una nueva clientela y la verdad es que muy generosa en cuanto a novias e invitadas, que al final eso también ayuda a que todos estos pasos vaya pudiendo darlos. 

Pero sigue en su pueblo, Portugalete. No se ha ido… 

-Sí, eso es seguro, porque lógicamente quería seguir en Portugalete. Para mí tener la casa y el trabajo cerca es importante. Gracias a la pandemia empecé a conocer más mi pueblo, porque yo siempre era de ir a Bilbao, pero le he encontrado su encanto a Portu y agradezco salir por aquí y no encontrarme una ciudad masificada de gente, de tiendas, de pitidos… Aquí es salir y estar como en casa, nunca mejor dicho, pero sobre todo, el disfrute de la ría, la luz que hay… Me parece un lugar muy agradable y que después de todo el estrés y el barullo de mi trabajo y el horario que tengo, que no es de 9 a 5 precisamente, salir y ver esta luz y este espacio es todo un lujo.

Eder Aurre Oskar Gonzalez

No hay reloj mientras trabaja, ¿no? 

-Aquí en el espacio de las pruebas no, pero dentro, en el taller, sí, para poder organizar los tiempos sí que es importante. Pero ciertamente no hay horario para mí, excepto sábado y domingo que no trabajo, entre semana es indefinido. Generalmente empiezo a las 7.30 - 8.00 de la mañana y de ahí en adelante, pero si tengo entregas o cosas especiales el horario se amplía lo que haga falta. De hecho, en el anterior estudio, que estaba aquí al lado pero estaba a una altura inferior con respecto a la calle, la gente me veía con la luz dada y había clientas que me veían tantas horas cosiendo que les llamaba la atención y decidían venir a hacerse algo.

¿Y le gusta ir a casa a comer con la familia? 

-Sí. En el descanso siempre paro una o dos horas para desconectar un poquito y me voy a casa de ama, siempre que no me quedo aquí o bajo al bar, porque así cambio de aires. Es cierto que me cuesta menos si hago todo continuo, porque luego por las tardes me cuesta un poco más volver a arrancar.

¿Siente que cada vez es más conocido fuera de Euskadi?

-Sí. La verdad es que la pasada temporada tuvimos alguna clienta muy puntual que no era de Euskadi, pero este año hay un porcentaje bastante alto de clientes que vienen de fuera, sobre todo de Madrid. Al final estos años he tenido, digamos proyectos y momentos como las campanadas o editoriales en revistas como Hola, etcétera, que han tenido más repercusión y han hecho que se conozca más mi trabajo.

¿Las redes sociales también le ayudan en esa labor de difusión?

-Eso es. Están abiertas a todo el mundo y para mí también es una plataforma muy buena para que la gente conozca el trabajo y funciona como un catálogo para futuras clientas. Por eso soy muy cuidadoso con las fotos que subo a Instagram y algunos amigos que me conocen muy bien me preguntan por qué no subo muchos más trabajos, porque igual selecciono únicamente un 15% de todo lo que hago, pero es que si en una foto, de repente un invitado, aparece por atrás, no la publico, o si no veo a la novia favorecida en el gesto de la foto, tampoco. Quiero que la clienta se sienta cómoda con la foto que publicamos y siempre le pido permiso antes de hacerlo. Soy de rizar el rizo y con Instagram me pasa igual. Lo malo es que cuanto más contenido subes más te posiciona, pero es un punto negativo que tengo. Prefiero subir menos contenido, pero de calidad, y que transmita un mensaje muy trabajado y dé buena imagen. Para mí no todo vale.

Eder Aurre cortando una tela Oskar Gonzalez

¿Y cómo se presenta la inminente temporada de novias?

-Ya estamos trabajando en ella y hay tendencias que realmente marcan mucho en los vestidos. Por ejemplo, los volúmenes en las mangas que hace dos temporadas eran bastante habituales, muy abullonadas y trabajadas con organza, ahora son más reducidas, más ablusadas, siguiendo un estilo mucho más romántico, con sedas o bambulas, que son tejidos muy livianos que dan una sensación no tan voluminosa pero sí más esponjosa. Y ahora también vienen las novias con el deseo de que su vestido sea muy desmontable para tener varios vestidos en un único vestido y jugar con el factor sorpresa.

¿Ocurre como en el programa de televisión ¡Sí, quiero ese vestido!?

-Bueno, es parte ficción, parte realidad. Al final es cierto que las novias vienen con muchísimas inseguridades y con muchas inspiraciones totalmente diferentes, y me ven a mí como la persona capaz de desarrollar su vestido y dar coherencia a esas ideas que ellas tienen. ¿Qué sucede? Que yo siempre les pongo el mismo ejemplo: es como si yo voy a un decorador y quiero mucha luminosidad y unos espacios diáfanos maravillosos, pero mi casa es un piso de 50 metros cuadrados, interior y sin luz natural. Entonces él me va a decir que lo que yo quiero no es viable. Y eso forma parte del proceso.

¿Trata de guiarlas entonces y sacar su mejor versión?

-Así es. Analizo qué es lo que mejor les va a encajar y, si veo que están tirando por un derrotero que puede que no sea el correcto porque se pueden arrepentir, trato de llevarlas por otro sitio y que confíen en mí, porque la confianza que depositan en el diseñador es vital. Trato de desbloquearlas, porque vienen con muchísima información y les hago un planteamiento y un boceto y adelante.

Eder Aurre apoyando los brazos en un burro Oskar Gonzalez

¿Y nunca ha pensado en vestir a chicos?

-En un principio estoy enfocado a mujer. Lo único que trabajo de caballero es la línea unisex que tengo de camisetas y sudaderas, con la que empecé en postpandemia. Fue una prueba que hice porque no había eventos y la verdad es que vino para quedarse. Es una línea que voy reeditando cada temporada para que sea diferente, aunque mantengo como distintivo mis triángulos. Quizá no tenga mucha relación esta línea con la de novia e invitadas, pero en la última campaña quise darle ese toque más sofisticado con una modelo llevando la sudadera con una americana, un collar de brillantes y taconazo. Un look para una mujer sofisticada y elegante, que es la mujer que a mí me inspira, pero de una forma más comercial. Y me parece interesante sorprender a la gente y que yo me sorprenda cuando veo a un chico por la calle con una de mis camisetas, por ejemplo.

Incluso cuenta con una versión del Athletic.

-Sí. La hice en 2021, en la anterior semifinal, y la hemos vuelto a reeditar porque la gente que es muy forofa nos la pide. Y ahora a Sevilla han ido muchísimas para allí y es muy divertido ver las fotos de la gente con ella.

Eder Aurre Oskar Gonzalez

Personal

Eder Aurre (Portugalete, 1993) siempre ha sido un apasionado de la moda y ya desde pequeño disfrutaba analizando las revistas de su madre. Realizó Patronaje y Diseño en Barakaldo y complementó sus estudios con un máster en Moda en la prestigiosa universidad Central Saint Martins de Londres.

Nuevo atelier

Acaba de abrir las puertas de su nuevo estudio, ubicado también en su localidad de origen, Portugalete, a escasos metros del Puente Colgante.

Cuadros, premios y plantas

Entre su nueva decoración, destacan sus distinciones, un óleo que le regaló una amiga y que siempre supo que pondría en un lugar destacado cuando tuviese su propio atelier, y un ficus que recogió de la basura y que tiene la misma edad que él.