ENTRE la adhesión inquebrantable al líder y el carroñerismo de quien ha olido la sangre y ve despellejada a la presa antes de cazarla hay espacio para la empatía crítica y para la crítica empática –y perdón por el fácil juego de palabras– sobre la reflexión y decisión final de Pedro Sánchez. El árbol no debe impedirnos ver el bosque porque lo que nos está diciendo es que la espesura fangosa que se vislumbra al fondo a la derecha es la selva en la que impera la ley del más fuerte, más poderoso, más caníbal. Pero cuidado, también hay seres venenosos colgando de las ramas. Prima el instinto de supervivencia.