NO lo parece –y esta circunstancia es especialmente inquietante y preocupante– pero estamos a ocho días de que empiece una campaña electoral en Euskadi cuyo desenlace en las urnas el día 21 de abril será trascendental para nuestro futuro a corto y medio plazo. A una semana de la campaña, los sondeos indican un empate entre PNV y EH Bildu. Se diría que estamos ante una lucha encarnizada, pero la realidad es que no lo está siendo. Mientras los jeltzales quieren una alta participación de la ciudadanía, en Bildu prefieren el perfil bajo porque su electorado histórico y también buena parte del potencial estaría (o está) “movilizado” porque ven una oportunidad histórica de ganar al PNV, lo que han bautizado como “cambio de ciclo” e, incluso más allá, un “cambio de época”. ¿Podría hablarse de tal movimiento tectónico si EH Bildu tuviese más escaños que el PNV? Bueno, desde la restauración democrática los jeltzales solo han perdido unas elecciones vascas. Fue en 1986, tras la traumática escisión de EA en el nacionalismo democrático, cuando el PSE sacó dos escaños más (19 frente a 17), aunque el PNV sacó 20.000 votos más. Un “empate técnico”. Nótese que el partido nacionalista se quedó en 17 escuálidos escaños. Ahora tiene 31. Los socialistas, por su parte, tienen ahora 10 –casi la mitad– pese a que por el camino absorbió a Euskadiko Ezkerra, que tenía 9. La izquierda abertzale de entonces (Herri Batasuna) logró 13, los mismos que EA. Es decir, que estos partidos cuya evolución histórica ha derivado en la actual EH Bildu obtuvieron entonces 26 parlamentarios, prácticamente los que aspira a tener ahora para ganar (en esta legislatura ya finiquitada ha contado con 21) y certificar su histórico triunfo. No estamos en 1986 y todos hemos cambiado mucho. Hasta los txapeldunes del Independentzia ala hil y el Sozialismoa ala hil no tienen ahora ni “ansiedad” ni “prisa” ni por conseguir la independencia ni por culminar la lucha de clases. ¿Será eso el verdadero “cambio de época”? ¡Oh, la vieja nueva Belle époque! l