DESPUES de 40 años el largometraje Tasio, del director navarro Montxo Armendáriz, vuelve a ocupar las secciones de Cultura de los periódicos y lo hace por pleno derecho. Por un lado, porque ha sido restaurado por la Filmoteca Vasca en los laboratorios L’immagine Ritrovata de Bolonia (Italia) e inaugurará en septiembre la sección Klasikoak (Clásicos) del 72 Festival de San Sebastián, donde se estrenó. Pero además porque la historia sigue siendo de actualidad aunque para su director el sentido ahora es otro. El filme retrata la vida de un niño que vive en un pequeño pueblo de la sierra de Lokiz que a los 8 años empieza a trabajar en el monte y a los 14 ya es carbonero, como su padre. A pesar de que muchos vecinos emigran a la ciudad para tener un trabajo fijo, Tasio prefiere mantener su libertad y vivir en la montaña. Tasio representa el concepto de la dignidad, orgullo y honor que tenía frente a la sociedad, a pesar de que esa postura pudiera hacerle aparecer como un personaje retrógrado, que está en contra del progreso. En los tiempos actuales Tasio no sería un raro ni un retrógrado. Me atrevo a decir que incluso se encontraría con otros como él que hartos de luchar contra una sociedad demasiado burocratizada vuelven a sus pueblos o recuperan oficios en extinción. Dice su director que es necesario preservar y compartir el patrimonio cultural de un pueblo para asegurar su transmisión a las próximas generaciones. La nueva vida de Tasio, tiene una misión.