Las apuestas son atractivas cuando uno las promueve, pero cuando le vienen obligadas son otro cantar. Cada año les ocurre eso a miles de estudiantes que se enfrentan a la temible prueba, antaño selectividad, ahora EBAU, que puede con los nervios de cualquiera, incluso de los más preparados académicamente. El acceso a la universidad mediante un solo examen siempre ha sido muy criticado pero es la opción menos mala. Y a ella se van a enfrentar dentro de un mes, entre el 5 y el 7 de junio, los ingenieros, pintores, filósofos, abogados o químicos que compondrán la sociedad vasca futura o, desgraciadamente, tras formarse aquí, quizás se tengan que ir a buscarse las alubias al extranjero. Una prueba que va a incluir a la hora de su posterior corrección nuevos criterios que esta semana se han sabido estarán presentes y que, por lógica, tendrían que estar incluidos hace tiempo. Por ejemplo, las faltas de ortografía reiteradas o la redacción de textos con ideas incoherentes repercutirán en la nota final del alumno, rebajándola hasta un 10%. De nada sirve ser una lumbreras en matemáticas si luego a la hora de redactar un informe o presentar una exposición pública sobre algoritmos no se le entiende a uno. Por ello, los que ya se estén preparando para una de las pruebas más importantes de su vida, tienen tiempo aún para incidir en algo tan básico y esencial como escribir bien y con planteamientos legibles. La diferencia puede ser un suspenso o un aprobado; y eso en selectividad...