EL acuerdo rubricado ayer estaba programado, previsto, decidido desde que Yuri Berchiche firmara su anterior renovación de contrato. Si jugaba con normalidad, como más o menos ha ocurrido, tenía garantizada su continuidad en el club. El aspecto novedoso de la negociación recién culminada consiste en que ambas partes han consensuado incluir la posibilidad de añadir un año más al recorrido del lateral en el Athletic. Una cláusula que a estas alturas tampoco debería sorprender.

De hecho, a fecha de hoy no existe una alternativa con proyección de futuro en la demarcación que Yuri ha ocupado siempre. Durante los seis años que ha cumplido en el club, sí hubo un recambio específico llamado Mikel Balenziaga, quien tuvo un rol notable antes de que Yuri fichase procedente del Paris Saint Germain y luego, coincidiendo con los períodos de indisponibilidad del titular. Cuando Balenziaga dejó la plantilla, ese papel recayó en Iñigo Lekue, el prototipo de comodín que tanto agradecen los entrenadores. Un recurso fiable para cubrir dos posiciones en la línea defensiva, cualquiera de las bandas.

Cierto que este curso, una vez cerrada su cesión en el Eibar, regresó a Lezama el joven que en teoría estaba llamado a ir quemando etapas hasta asentarse en la categoría. Lo que se suele denominar, el relevo natural. La realidad dice que Imanol García de Albéniz no ha contado con el margen suficiente para representar una opción sólida a los ojos de Ernesto Valverde. Lo que vaya a suceder con él en adelante no deja de ser una incógnita, pero de momento asoma como la tercera opción, muy alejada de las otras dos en términos de participación.

Lo comentado explicaría o justificaría que Yuri se haya comprometido a dilatar su estancia en el Athletic hasta junio de 2026. Esto es, que previsiblemente cuelgue las botas aquí, en el equipo donde ha transcurrido la mayor parte de su carrera. Fue captado en edad juvenil, pero se vio en la tesitura de tener que cambiar de aires y dio unas cuantas vueltas por diversas ligas para una década más tarde hacer el camino de vuelta, convertido ya en un futbolista de primer nivel.

Se pagó una cantidad importante por sus servicios y de entrada él correspondió con un gran rendimiento que, por diversas circunstancias, no ha sido sostenido con el discurrir de las campañas. En su etapa rojiblanca hay de todo, tanto es así que él mismo no ha tenido inconveniente en exteriorizar las dudas e inquietudes que barajaba sobre su porvenir como jugador de élite. Años atrás hasta le rondó la tentación de hacer las maletas y probar suerte en un fútbol sin tanta exigencia. Al parecer, no pasó mucho tiempo antes de que se lo pensase mejor. Solo queda desearle que le acompañe esa fortuna que en ocasiones le ha sido esquiva.