EL Surne Bilbao Basket recibirá este domingo (17.00 horas) al Monbus Obradoiro con los gallegos en estado de notable necesidad, ocupando la penúltima posición de la tabla a cinco jornadas del final de la temporada regular, con un solo triunfo en sus últimos catorce encuentros y con el fantasma del descenso acechando a un conjunto que trabajando a pico y pala, con presupuestos siempre modestos, ha sabido convertirse en uno de los clásicos de la Liga Endesa, competición en la que ha militado los últimos trece ejercicios, casi siempre caminando sobre el alambre pero con una habilidad notable para lograr siempre la supervivencia. Pero en el presente curso, entre lesiones, huida de algún jugador y los constantes cambios de piezas, no lo tendrá nada sencillo. Con sus escasas siete victorias, tiene a solo una a Río Breogán (average a su favor) y Coviran Granada (average en contra) y su calendario presenta claroscuros. Tras comparecer en Miribilla, afrontará una complicadísima visita al Real Madrid, en plena pugna por el primer puesto, pero a continuación decidirá su futuro contra tres equipos que puede que no se jueguen ya nada o que un par de ellos estén inmersos en su misma pelea: contra Morabanc Andorra y Joventut en Fontes do Sar y en la cancha del Zunder Palencia.

El pasado verano hubo marejada en la entidad gallega, con la salida del club de su director general y deportivo, José Luis Mateo, y los fuertes rumores, finalmente no confirmados, acerca de que Moncho Fernández podía seguir sus pasos. Ambos habían compuesto el mascarón de proa del proyecto deportivo durante más de una década, Mateo desde los despachos desde 2012 con fichajes magníficos –por su rendimiento en cancha y por el dinero que dejaron en caja muchos de ellos– para un equipo de bajo presupuesto (Salah Mejri, Mike Muscala, Maxi Kleber, Matt Thomas, los hermanos Scrubb, Kassius Robertson, Artem Pustovyi, Dragan Bender...) y Fernández en el banquillo desde el ascenso a la máxima categoría en el curso 2010-11. Desde entonces, el Obradoiro siempre se las ha arreglado para navegar con acierto y buen criterio por las durísimas aguas que los equipos modestos deben surcar para lograr cada año la permanencia. Dejando a un lado el curso 2012-13, en el que fue octavo y jugó el play-off, ha terminado siempre entre los puestos 11º y 15º.

Finalmente, Moncho Fernández continuó en el banquillo, el bilbaino Edu Pascual aterrizó para hacerse cargo de la Dirección Deportiva y la composición de la plantilla, en principio, no desentonaba, manteniendo a Thomas Scrubb, Marek Blazevic o Álvaro Muñoz, incorporando a exteriores con puntos como Eric Washington, Jordan Howard, hermano del baskonista Markus) o Rigoberto Mendoza, al prometedor cuatro abierto Tres Tinkle y el regreso de Pustovyi en la posición de pívot. Pese a quedarse fuera de la fase de grupos de la Basketball Champions League, perdiendo por lesión a Mendoza, el arranque de curso en la Liga Endesa no fue malo, con cinco triunfos en los primeros doce partidos, los mismos que el Bilbao Basket, capeando incluso la voluntaria salida del equipo de Washington, sustituido un mes después por el joven director de juego ucraniano Oleksandr Kovliak.

Pero tras ganar el derbi gallego de la 15ª jornada, el equipo entró en una horrible dinámica de resultados que se alarga desde finales de diciembre hasta el día de hoy, hasta el punto de haber sumado solo un éxito más, precisamente ante el Breogán. Antes, en el parón competitivo de febrero, se apostó por la incorporación de Janis Strelnieks y Janis Timma, jugadores con reciente pasado en Euroliga pero con muchos problemas de lesiones y muy alejados de su mejor versión (el base ya se quedó fuera de la convocatoria en el último partido). El pasado mes llegó el sexto base del curso, un Devon Dotson con experiencia NBA, se lesionaron Kovliar y Muñoz y la ansiada sostenibilidad sigue sin llegar, convirtiendo al Obradoiro en un clásico en muy serios problemas.